jueves, 16 de julio de 2009

Disciplina y derechos de niños: ¿Agua y aceite?

¿Por qué en los padres se considera virtud lo que en cualquier otra figura con autoridad se consideraría tiranía y prepotencia?
Dr. Carlos González, "Bésame mucho, cómo criar a tus hijos con amor".

Llegó a mis oídos una vez, el cuento de un padre que  calificaba a su hijo de 15 años como malcriado, rebelde , insensible e irresponsable, y que después de haber agotado por años todas las vías del buen trato y despachurrado el presupuesto en consulta con psicólogos para corregir la situación, una tarde cualquiera con la paciencia colmada le zampó un buen bofetón a su hijo. Desde entonces, según explica el progenitor del adolescente en cuestión,  el "indómito y problemático" joven, mágicamente se convirtió en una persona educada y considerada.   Al escuchar este cuento dije con ironía que el señor debería patentar la cachetada,  porque miren que se han dado tantas y sostenidamente a lo largo de los años, pero ninguna que yo conozca con tales efectos “milagrosos”.  Muy orgulloso este señor terminó por celebrar lo que sus padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos han defendido a lo largo del tiempo y que se resume en la convicción actual -sostenida por muchos adultos- de que lo único que se logra con tantos derechos y tanta psicología es criar a delincuentes.

Otro día mientras esperaba mi turno en una peluquería me puse a hablar con una niña de 8 años, muy despierta y conversadora. Ella me preguntó cuál era mi trabajo y cuando le expliqué que tenía un programa de radio donde promovía los derechos de niños y adolescentes, entre una cosa y la otra llegamos al tema de la Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, la famosa LOPNA. Entonces la niña se animó a contarme que cuando la mamá quiere pegarle y ella para evitarlo le explica que eso está prohibido en la LOPNA,  la señora -quien dicho sea de paso es abogada-  en tono de amenaza le muestra la correa y le dice, “mira carajita, aquí tienes la LOPNA"... 

Casos como este son bastante comunes en mi país y en muchas partes del mundo adultocéntrico.
He tenido que quedar desmandibulada de estupefacción y contando hasta diez para  no explotar durante cátedras universitarias donde juezas venezolanas del sistema de protección de niños y adolescentes  declaran abiertamente estar de  acuerdo con el castigo físico infantil y  como si faltaran defensores de esta catástrofe, también  profesores de ética que sostienen  que los niños son como animalitos imposibilitados de entender explicaciones y por lo tanto sólo capaces de responder frente a métodos de disciplina punitiva como el castigo físico.. Y qué decir de tantos  maestros y personal administrativo de los colegios que acusan a la LOPNA de imposibilitarles la tarea de impartir disciplina y por lo tanto contribuir al caos. La  LOPNA endemoniada, la LOPNA propiciadora de enanos monstruosos, pequeños dictadores indomables, sin estructura, ni reglas, ni límites, futuros delincuentes de la república... Si prohibes a los adultos  gritar, pegar, expulsar, castigar a los niños, niñas ya dolescentes ¿cómo van a controlar  la "naturaleza salvaje" de criaturas básicamente malas que nacen signadas con el pecado original?.  Este es el nefasto principio tras el cual  se ha sostenido y alimentado a lo largo de siglos, la orientación prepotente del adulto sobre la infancia.

Observo cómo entre los padres, maestros, profesores, jueces, abogados y adultos en general se dividen las vertientes en lo que podría denominarse una postura CONTRALOPNA  (sostenida por la mayoría) y otra PROLOPNA. Los cuentos que acabo de referir son, como es obvio inferir, una pequeña biopsia del gran universo de voces CONTRALOPNA, una breve muestra de los partidarios de fórmulas impositivas o autoritarias de "educar", de los que justifican el castigo físico y los métodos violentos de impartir disciplina con la abrumadora coartada de que así se ha hecho toda la vida y no nos ha pasado nada, sin detenerse a reflexionar  y vincular este modo de "educar" con la grave descomposición que experimentamos en el mundo, y siguen defendiendo ciegamente estos métodos como la única vía posible para "corregir" a los pequeños y jóvenes.

Los CONTRALOPNA execran abierta o veladamente a los defensores de las corrientes democráticas de educación y de la disciplina no punitiva. Censuran a los que apuestan por la satisfacción inmediata de las necesidades legítimas a partir del reconocimiento de la naturaleza de cada etapa evolutiva de niños, niñas y adolescentes. Señalan a estas corrientes y a sus defensores como los grandes responsables del mal comportamiento y descarrilamiento de jóvenes y pequeños. Acusan a los PROLOPNA de promover una educación laxa, permisiva y sin estructuras. Atribuyen una incompatibilidad lapidaria entre derechos de infancia y adolescencia y la disciplina, como si ambas cosas fueran agua y aceite, como si no se pudieran mezclar. No se detienen a pensar ni están interesados en encontrar las vías de construcción de disciplina y  límites razonables a través del trato  respetuoso, con más comunicación, tolerancia, lo cual  exige mayor disposición de tiempo y compromiso emocional hacia nuestros pequeños y jóvenes. Y es así  como cierran puertas hacia la humanización de la crianza, son estas las dificultades que empiedran el camino hacia una educación más consciente, amorosa y respetuosa, hacia un mundo más justo con seres humanos desarrollados en su máxima potencialidad constructiva y formados en el respeto, la dignidad, la compasión, el altruismo, en la no violencia a través del equilibrio justo entre amor, sensibilidad y límites respetuosos. “Es que niño no es gente”, dicen…


Escucha aquí la entrevista sobre este tema hecha a Carlos Trapani, diplomado en estudios avanzados de derechos humanos, investigador de derechos de niños en la UCAB




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