jueves, 26 de abril de 2012

Hay que hacer higiene de las emociones



Hemos hablado sobre la importancia de permitirse sentir y entrar en contacto consciente con nuestras emociones para el desarrollo de un bagaje emocional saludable. Nuestra más reciente emisión ampliada, la dedicamos a destacar la importancia de la higiene de las emociones como práctica imprescindible para construir respuestas no violentas genuinas y sostenibles en nuestras relaciones y especialmente durante la crianza.   Todos sabemos que en la medida en que nos encontramos estresados, aumenta la agresividad y que cuando vaciamos emociones retenidas en el cuerpo y la mente, podemos responder desde la calma, sin alterarnos o sin actuar agresivamente frente a conflictos o situaciones cotidianas.  Así que para prevenir violencia, es necesario encausar oportunamente las tensiones.   

Durante mi recorrido de autoconocimiento y búsqueda interior, me formé como Líder de meditaciones activas de Osho.  En esta emisión ampliada, hablo sobre alguna de ellas, muy sencillas y, que además, todos los miembros de la familia pueden administrar sin límite de dosis.

Ya puedes disfrutar del podcast con la emisión ampliada

jueves, 12 de abril de 2012

¿Niños hiperactivos o simplemente niños?


Hace poco, circulaba en Facebook una frase que viene a recordarnos lo que entraña la esencia del niño. Decía algo así como:  “Si quieres un niño que se porte bien, que no llore, que no haga ruido, que no moleste, que noooo… entonces cómprate un muñeco. Los niños lloran, juegan, aman, saltan, exploran, rompen y todo eso porque están aprendiendo a conocer el mundo. Lo hacen porque son niños, no lo hacen para molestar, ni tampoco para probar tu paciencia”. Yo agregaría que tampoco porque padezcan trastornos psiquiátricos, sino porque son simplemente niños. 

Desearía que lo de comprarse un muñeco fuera la opción para personas indispuestas a sobrellevar la naturaleza movediza e inquieta propia de los pequeños.  Sin embargo, algo que se hace muchas veces, es diagnosticar trastornos psiquiátricos tales como Déficit de Atención con Hiperactividad (ADHD en inglés o TDAH en español) entre otras patologías que cada día aumentan un muy cuestionable listado de enfermedades psiquiátricas. Pero más cuestionable todavía, es la práctica de medicar con drogas peligrosas y dañinas como si estas fueran el famoso botoncito de apagado, que muchos padres y maestros hubieran querido que los pequeños trajeran de nacimiento.   
 
No sé cuántos despropósitos, cuántos fracasos educativos tendrán que ocurrir, hasta que aceptemos que los niños no son el problema sino el síntoma de nuestros problemas, porque ellos habitan en las aguas emocionales de sus adultos significativos (padre, madre, cuidadores, familiares…). Aguas muchas veces tan turbulentas, llenas de tensión,  depresión, estrés, culpa, conflictos y represiones que provocan la falta de concentración en el niño alterado por tales tribulaciones, como bien lo señala la autora Laura Gutman. De modo que, ausentarse de la realidad, perdido en su propia fantasía o con el pajarito que pasa por la ventana del salón supone para el pequeño, un reducto donde moverse libremente y aliviado de tensiones.  Otro factor medular, que la misma Gutman señala,  es la estructura anti-niños del sistema educativo diseñado para que pasen interminables horas, cada día, reprimiendo la energía y el movimiento propio de la naturaleza infantil y, que cuando el alumno intenta desplegar, se etiqueta como síntoma de una patología.  A lo anterior agreguemos la manía de violentar las diferencias individuales que definen a cada niño como a un ser único e irrepetible (más reposado o más activo, más desordenado o más ordenado, más tímido o más sociable…) para meterlos a todos por igual dentro del mismo surco de una supuesta normalidad. Luego no nos debería sorprender la peregrinación de tantos padres con sus hijos por los consultorios de especialistas.

El psicólogo Ramón Soler, experto en crianza y director de la revista Mente Libre, me expresaba en una entrevista, que las terapias centradas sólo en el niño son como poner un parche. “La solución se consigue trabajando con toda la familia”, explicaba. Y agregó que incluso, “la mayoría de las veces, únicamente trabajando con los padres, la mejoría del niño sucede automáticamente”. Pero los padres no quieren acudir a terapia. Están demasiado centrados en buscar un diagnóstico para el niño. Si además la industria farmacéutica nos pone al alcance el famoso “botón de apagado” en forma de drogas psiquiátricas, tenemos que los elementos están servidos para seguir emplazando nuestras propias sombras hacia los más indefensos y vulnerables.  
Es así como derivamos en este orden patas arriba que produce crecientes diagnósticos de déficit de atención en los niños, cuando el problema real, es el déficit de atención de los adultos hacia los niños.

lunes, 2 de abril de 2012

El conductismo Fashion







La doctora Rosa Jové en su libro “Ni rabietas ni conflictos”, cita el primer capítulo del libro “Ser padres sin castigar del profesor Norm Lee, en el que éste explica la siguiente anécdota:
En una reciente charla a un grupo de padres, abrí un libro y empecé a leer en voz alta: «Empiecen la disciplina a temprana edad. Aclaren muy bien las reglas y refuércenlas de inmediato y con consistencia. Refuercen la obediencia con palmaditas y con frases como: "¡Qué buen chico! ¡Eres una buena chica!", y después de disciplinarlos, díganles que los quieren y que lo hicieron por su propio bien». Hubo cabeceos de aprobación y algunas personas incluso mostraron su aprobación efusivamente en voz alta. Pero cuando les mostré la cubierta del libro, se quedaron sin habla de la impresión al leer el título: Cómo entrenar a su perro doberman pinsher. 
Puede sonar chocante, pero la verdad es que estos métodos basados en el mismo principio conductista empleado para entrenar a los perros, tiene mucha acogida entre los padres y las escuelas para obtener niños obedientes que hagan lo que esperamos.
Conductismo Fashion es una denominación muy ocurrente y certera de la misma  Rosa Jové,  para acuñar recursos “educativos” basados en sillitas para pensar (Time Out o Tiempo Fuera), carteleras con sistema de puntos, estrellitas, sellitos y elogios artificiales para manipular la conducta.  La doctora Jové, observa una llamativa proliferación de programas de televisión para “educar niños”, donde se pretenden vender estos métodos como buen conductismo. Ejemplo de ello se observa en la lamentablemente  popular serie Súper Niñera Joe Frost, que incluso ha sido acusada por  la ONU (Organización de Naciones Unidas) de infringir la dignidad de niños y niñas quienes son víctimas de exposición pública humillante  en momentos íntimos  y difíciles de su convivencia familiar.
El conductismo fashion, al igual que el castigo físico, es por definición un sistema punitivo de crianza. Ciertamente encubierto por la fachada de la moda y la modernidad,  pero punitivo a fin de cuentas. Como sistema punitivo, no crea conciencia en los niños. Sólo les enseña que son reconocidos cuando hacen lo que queremos y rechazados cuando no lo hacen. El conductismo fashion condiciona a los niños  a responder por miedo a las amenazas. Además, no inculca valores a los hijos. Les enseña a estudiar sólo para obtener notas, a trabajar sólo para obtener dinero, a responder según el estímulo que otro le ponga por delante y no por compresión y propia convicción. De este modo no ayudamos a los pequeños a desarrollar la propia ética a partir de la cual orientarán su conducta y responderán frente a las presiones del exterior.   
Lo explica la doctora Aletha Solter, experta en disciplina no punitiva, cuando dice que los sistemas basados en controlar a los hijos a través de castigos y recompensas, son engañosos. Si bien de inmediato dan la impresión de que modifican la conducta, tienen consecuencias a largo plazo. ¿Te imaginas cuando tus hijos se enfrenten a la opción de incurrir en conductas delincuenciales premiadas con dinero, como robar o vender drogas? ¿Qué pasa si la recompensa de terceros les resulta más atractiva que la de los padres? Las conductas orientadas por la ética, en cambio, permanecen al margen de aplausos e incluso a pesar del abucheo, porque nacen de la convicción.
Sé que muchos lo estarán pensando, pero no, no se trata de propugnar un mundo sin normas, ni mucho menos dejar a los hijos a la bartola sin la orientación y guía de los padres. Apostar por métodos democráticos de crianza, supone conducir a nuestros hijos hacia comportamientos razonables, pero con alternativas más humanizadas. Claro que en este camino no existen recetas, ni fórmulas. Tampoco constituye la vía más rápida o cómoda para el adulto.