miércoles, 18 de mayo de 2011

Carta abierta al Dr Estivill

El Dr Estivill, mejor conocido por los defensores de la crianza respetuosa como Dr Vil,  es autor  de Duérmete Niño, un libro nefasto donde recomienda el inhumano método conductista de dejar a los bebés llorando en la cuna para que se duerman solos... Pobres bebés... 

Tristemente en Venezuela hay también una ristra de pediatras que se suman a esta clase de visión  adultocéntrica y autoritaria y que  recomiendan a padres y madres, desde sus consultas, seguir este método, o incluso hasta han publicado libros basados en los mismos principios conductistas,  donde invitan a los padres a "entrenar" a sus pequeños bebés para que duerman solos a punta de reventarse llorando... Nada más escribirlo, me imagino la escena y siento que se me desgarra el corazón... Está visto que el sentido común es el menos común de los sentidos...

Les recomiendo, pues,  leer esta carta abierta al Dr Estivill que una mamá bloguera, María Berrozpe, publicó en su blog Reeducando a mamá.   Blog, que dicho sea de paso, también recomiendo ampliamente visitar. 

Paso a copiar textualmente la carta:

 

ESTIMADO DOCTOR ESTIVILL

Estimado doctor Estivill:

No puedo evitar escribirle estas lineas en mi blog, con la sincera esperanza de que las lea - por improbable que esto sea - para informarle de una escena que ocurrió hace algunas noches en nuestra familia. Le recomendaría que, después de leerla, cerrara los ojos para imaginársela de nuevo en toda su magnitud.

Era bien entrada la noche y toda la familia dormía. Mi hijo mayor se había colado en nuestra cama sin que nos enteráramos y allí estaba, durmiendo como un bendito. Yo dormía también tranquilamente, cuando me despertó el aliento de mi hijo pequeño en la oreja. El duerme en su cuna-sidecar pegadito a nuestra cama, por lo que puede acercarse a mí siempre que quiera. Su vocecita me sacó del sueño:

"Mamiiiii Tetaaaa"


No le voy a negar que me dio un poco de pereza tener que darme la vuelta y abrirme la chaqueta del pijama. Pero la pereza se me fue de golpe cuando vi su carita: tenía la sonrisa más bonita y enorme del mundo; con los ojos semicerrados, su cara expresaba una felicidad tan auténtica que parecía casi irreal. Su siguiente frase acabó por sumergirme directamente en el paraíso:
"Mamá, te queeeeero...."


Y tras dejar bien claro su amor, agarró la teta con  la boca y las dos manitas, cerró los ojos del todo y siguió durmiendo como un lirón. Yo me quedé un largo rato mirándole. Sentía tanto amor que estaba completamente en éxtasis.
Mire, doctor Estivill, le cuento esta escena tan íntima y hermosa porque me duele en lo más profundo que usted y todos sus colegas anteriores (Skinner, Ferber y compañía) estén robando estos momentos de felicidad extrema, amor profundo y unidad absoluta a tantas madres, padres e hijos. Porque usted y los que son como usted, amparados por esos teóricos conocimientos profesionales, asustan a los padres con amenazas infundadas de enfermedades y desequilibrios futuros; cuando lo cierto es que son sus métodos conductistas, adultocéntricos, irrespetuosos y maltratadores los que los provocan. Podrá citarme toda la bibliografía científica que quiera, doctor Estivill, que por cada artículo que usted me muestre defendiendo la utilidad de su método le mostraré yo otro evidenciando su malignidad.
Pero, en cualquier caso, no hace falta que nos perdamos en un caos de bibliografía porque hay una cosa bastante evidente: La felicidad, doctor Estivill, nunca ha provocado ninguna enfermedad ni ningún desequilibrio a nadie.
Mire, el que usted llama su profesor (el doctor Ferber) todavía podía ampararse en la ignorancia de la época en cuestiones de salud primal, exterogestación, continumm, cortisol, adrenalina, serotonina, oxitocina, desarrollo postnatal de las redes neuronales, ... etc. Pero usted ya no tiene esa excusa (Con el agravante de que es usted neuropediatra ¿no?). Y ahí sigue, en sus trece, mientras que, por cierto, su maestro está suavizando bastante su discurso inicial y modificando su método 
Y ahora resulta, doctor Estivill, que es usted especialista en nutrición y todo..... en fin. Mejor no le cuento como son nuestras caóticas comidas ( y que el peque, de más de dos años, ¡MAMA ANTES DE COMER!!!!) porque seguro que me hablaría de todos los terribles trastornos alimentarios que sufrirán mis hijos en el futuro y, francamente, ni me lo creo ni me interesa.
Sólo me gustaría, doctor Estivill, que releyera la escena con la que he empezado esta carta, se la imagine, se sumerja en ella con los ojos cerrados y luego, con el corazón en la mano y mirándome a los ojos, me diga que dormir con mi hijo, atenderle cuando me necesita, darle teta a cualquier hora y, en resumen, satisfacer todas sus necesidades de ser humano de dos años, le va a perjudicar.
Cordialmente
María Berrozpe

 

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